¡Nadie tiene que meterse en mis decisiones! | #ProfessorJRuiz

Recuerdo cuando era una jovencita, siempre decía que deseaba con todo el corazón llegar a la mayoría de edad para tomar mis decisiones. No soportaba y luchaba con la idea que tenía que pedir permiso para todo, y como se imaginan, siempre estaba en problemas con mi santa madre. ¡Qué paciencia tenía conmigo!

A esa edad de juventud, y creo que todo joven está en las mismas, no sólo queríamos decidir que ropa utilizar, sino a que hora llegar, con quién salir, qué comer, la música a escuchar, y la lista es interminable.

Por supuesto los años no perdonan y al cumplir la mayoría de edad me encontré que no hay opción, el tomar decisiones era parte de la vida, me gustara o no. El problema es que muchas veces la juventud no está acostumbrada a tomar decisiones, porque no tienen experiencia o nuestra cultura hispana, normalmente no es permitido; pero eso es otro tema.
Ya han pasado un par de años desde esa época en el siglo pasado, he tomado malas y buenas decisiones, por supuesto he intentado aprender de cada una de ellas. Sin embargo, una situación vivida por una persona cercana a mi, hace apenas unas semanas, conectó varios puntos en mi cabeza.

La mayoría pensamos que por ser adultos, trabajar y ser independiente nos da el privilegio de tomar decisiones sin preguntar o pensar. Por supuesto que sí, ya no está mamá o papá. El único detalle es que cada decisión que tomamos afecta a las personas que están a nuestro alrededor.

Esta es la historia; una noche este joven salió a dar una inocente vuelta en su nueva motocicleta acompañado por su mejor amigo. No era la primera vez, pero su experiencia era poca. Te imaginas, se estaban divirtiendo y comenzaron a subir de velocidad. La mayoría de los que han manejado motora, saben la rica sensación de la velocidad.

Antes de seguir, debo mencionar que este joven de casi las tres décadas, alquila una habitación a un precio sumamente bajo, que podríamos decir que es un favor lo que están haciendo por él, en la casa de una pareja que podrían ser sus padres y tiene un trabajo regular que cobra por hora. El joven había invertido todos sus ahorros en la motocicleta y sus accesorios; casco de alta calidad, ropa con amortiguadores y más.

¿Por dónde iba en la historia? Claro, la sensación de la velocidad.

Los dos amigos, lo estaban pasando de maravilla, cuando de pronto el exceso de velocidad y la falta de experiencia cobró su factura. El accidente fue increíble. Los doctores no explican cómo el joven (sin experiencia) aún estaba vivo. Su casco de alta calidad, quedó quebrado en tres partes, sin entrar en todos los detalles del desastre. Al principio hubo posibilidades enormes que quedara paralítico, porque se fracturó la espina dorsal en el área cervical, además de fracturas en varios lugares, pérdida de memoria, pérdida de dedos, en fin su vida cambió por completo. Por el momento no puede trabajar, se espera una larga recuperación y su familia no tiene los recursos para encargarse de él.
La realidad es que alguien tenía que enfrentar la situación y ayudarlo. ¿Sabes quién se encargó? La arrendadora, que por cariño y un corazón generoso, aún sin recursos económicos ha tenido qué cambiar su ritmo de vida por completo, para ayudar al joven que tomó la decisión de comprar una motocicleta y manejarla a exceso de velocidad sin experiencia. ¿La arrendadora fue parte de la decisiones tomadas?, NO; sin embargo, las consecuencias las está pagando ella, que aunque posee un corazón amoroso, pero no quita que su vida ha sido alterada sin ser consultada.

Antes de tomar decisiones en la vida, evalúa estas preguntas:

  1. ¿Va de acuerdo al plan que tengo en la vida? Todos debemos tener algún plan de lo que queremos en la vida. Por supuesto no tiene que ser un plan estático, escrito en una piedra, pero siempre es importante tener algo. Si no tienes uno, creo que estás viviendo día a día sin ningún rumbo en la vida, y eso te puede llevar a no llegar a ningún lugar.
  2. ¿Va en contra de tus principios? Todos tenemos creencias que a conciencia o no, son las que rigen nuestra vida. Evalúa si la decisión que vas a tomar violenta o no esas creencias. Esto te puede parecer tonto, sin embargo no lo es. Los principios pueden ser cristianos, no violencia en ninguna forma, asuntos sociales, entre otros.
  3. ¿Que riesgos tengo con esta decisión? Toda decisión tiene consecuencias buenas y no tan buenas. Los riesgos que tiene la decisión, ¿estoy dispuesto o los puedo enfrentar?, en caso de necesitarlo ¿tendré a alguien que me ayude a salir adelante?
  4. ¿Me conviene en este momento o puedo esperar? Hay buenas ideas, pero no necesariamente es el momento correcto para ejecutarlas.
  5. ¿Se está tomando la decisión bajo presión de alguien? Somos responsables de las decisiones que tomamos, por eso es sumamente importante que estemos claros si somos nosotros quienes tomamos la determinación.

Desde que abrimos nuestros ojos tenemos decisiones que determinar. Si analizamos las decisiones que hicimos hace años años atrás, podemos notar que ellas afectaron quienes somos, dónde estamos hoy o la situación que estamos viviendo.  

Recuerda, NO EXISTE eso de “Nadie tiene que meterse en mis decisiones”, sencillamente, porque no estamos solos. Sé responsable contigo y los que te aman, te ayudará a tener una vida llena de experiencias hermosas vividas en conjunto.

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